viernes, 16 de noviembre de 2007

Niño Migué



Este hombre en unos minutos le dió un arrullo a mi corazón, le dió esperanza, amor, ternura y alegría, pues entre las cuerdas que con tanta gana una vez tocó, despertó en mí el tibio calor de los sonidos que de niño uno escucha, metiéndose en mi pasado sin saberlo, y llenando mi presente y futuro con la naturaleza de su música, ese sabor y esa textura. Ahí mismo se va a quedar, y da impotencia y bronca saber que alguien que ha sido la influencia de los mejores tocaores flamencos del mundo (incluso Paco de Lucía) ahora se halla perdido en la mentira de la droga. Incluso a través de esa lluvia de fango que nubla sus sentidos y movimientos, los colores que hicieron el cuadro más bonito de la guitarra se resisten a perderse, pues las estrellas pueden brillar mucho, pero el sol no se puede tapar con un dedo. Y no es que yo lo diga, sino que todo aquel que guste del flamenco, puede afirmar que el Niño Migué es el sol de la guitarra.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Memorias

El pasto, los juguetes, el hígado, un padre, un beso, una abuela, la parte de atrás de su casa, una parra, una puerta oscura, olor a viejo, una cachetada, una madre, llanto, dolor, confusión, miedo, un padre, juegos, mi primo, su casa, un family, la pizza con pimienta, lo militar, algo verde, los redondos, soldaditos de plástico, tortas de arena, paula, vergüenza, mentiras, identidad, confusión, Jesucristo, la Biblia, oraciones, quietud, David, la escuela, los crayones, las reglas que si las movías cambiaban el color o el motivo, el preparado Desayuno (o Despertar), la Vitina, la Coca, el despertarse, la fiebre, los días sin ir a la escuela, Lassie, la casa de Don Alfredo, palitos que eran látigos o espadas, mi primer family, el mario bros, Corrientes, mi prima desnuda, sangre en la nariz, una embarazada vomitando en el piso de un colectivo, el Vibragel, mucho calor, la casa de mi tía Blanca, el folclore, una radio, un asado por la noche, un asado durante el día, jugar meintras lo hacen, un rico corderito adobado, don Hogas, su hijo, su casa, un barrio lejano, la farmacia que ahora está cerrada, Gabriela Mistral, Florencia, la obra de teatro “El gato con botas”, fotos de find e curso, computación, Logo, la tortuguita, DOS, copiar disquetes, el primer reproductor de CD, las escaleras de la escuela, los actos escolares, una grabación vieja y otra muy nueva, el sol de mayo, el mundial, canciones nuevas en ese tiempo, el verano amarillo, las largas siestas, los helados después de las comidas, las novelas de la una de la tarde, Thalía en ellas, Los polvorines, las empanadas, Los polvorines de noche y mi tio comprándome un soldado de juguete, mi tío moviendo su dentadura para asustarme, mi primo Adrián, la casa de mi tío, fiestas de fin de año, mi madrina disfrazada de papá Noel, mi madre enferma de la vesícula, mis días en lo de mi primo, un batazo en el brazo de mi primo más chico, mi vecino, sus saludos, mi vecina, la camionetita de su padre, mis primeros cómics en mi cabeza, yo sentado atrás de ella, Noelia, la “petróleo”, un tazo ganador, otra Noe, una gotita suya de saliva en el reverso de mi palma, su manera de hablar, el gordo mauro pedorreándose, la gente acusándolo, otro amigo, su casa, sus amenazas, sus mentiras, su forma de ser tan estúpida, su triste futuro-presente, los lñápices que se perdían, la cartuchera de tres pisos, la otra cartuchera con los luchadores, las clases de dibujo, las canciones de soundtrack de mi maestra, sus anteojos grandes, su voz apaciguante, el ambiente de su estudio, los dibujos que no me gustaban, las cartas españolas, el repujado, los instrumentos, los pinchecitos, una gorra que no me gustaba, la revista de trucos de juegos, el Mortal Kombat, el Fatal Fury, fatalities repetidas hasta el infinito, horas de juegos arriba de casa, los Simpson, la familia Ingalls, Camino al cielo, una manteca chiquita en José C. Paz, el hospital Duhau, mi vieja perdiéndome, yo corriendo, un barcito y un café con leche con medialunas (y solo voy por los 7 años...)