sábado, 18 de noviembre de 2006

Desconfiaste

- En el agujero que va a quedar tenés que meter este tubito de ensayo. El papel se arruinaría si lo ponés solo. Te parece que va a entrar?
- Sí.
En un pequeño cuadradito de papel escribí el mensajito, lo arrollé y lo coloqué dentro del tubo de ensayo. Cerré el tubo. Mientras tanto, escuchaba el girar de un metal sobre otro, casi me hacía chirriar los dientes. Él se colocó los guantes negros de cuero como si fuera un cirujano.
- Estás listo?
Respiré muy hondo.
- Sí.
Entonces me miró directo a los ojos. Lo suyos eran dos esferas de hielo, él miraba una planta. Entonces casi pude oler al metal limpio cuando me apuntaba. Sus ojos permanecían quietos en mí. Dirigió la pistola un poco más arriba de la punta de mi nariz, cosa que noté aunque estaba un poquito lejos.
Como si hubiera sostenido una gota de aire, la soltó.
Disparó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comprendí entonces que aquel aroma no era olor a pólvora. Su osado movimiento contuvo lo que en mi interior concernía, y acto seguido levante la mirada y la sostuve a lo que parecía ser un duelo pactado en el tiempo...